"Mi pequeña bailarina. Pequeñita
por fuera y grande en corazón. Un corazón-coraza que lo es a ratos y a ratos se
destapa. Ahora sí y ahora no. Lo suficiente para llenar otro corazón pero insuficiente
para alcanzar su libertad. Soñando a ratos, pisando fuerte, con la
determinación que te da el bailar sola y mover el mundo.
Nunca mires atrás, ni anheles un
futuro, porque este vendrá solo, para ti, para que te quieras y te quieran,
para ofrecerte lo mejor y olvides para siempre, que lo mejor no es lo que te
hace daño, no es aquello que no te ama en la inmensidad de tu ser ni solo ama
el hermoso reflejo que proyectas, bonito, pero etéreo. Y efímero.
En ti caben mil mañanas,
infinitos despertares, todo un mundo hecho a tu medida. Así que sigue bailando,
sigue sonriendo, sigue apostando por esa vida que vives y por la que te espera.
Porque tu danza contiene la magia de aquel que se sabe fuerte pero lo es
gracias a sus fragilidades y sus miedos.
Mi pequeña bailarina, cómete el
mundo, aspira la vida, fúndete en abrazos, piérdete en un millón de besos, mira
sinceramente y deja que te miren, y desnuden tu alma y, cuando encuentres
quien, además, la acaricie, quien te coja la mano y no la apriete hasta hacer
daño, quien te mire más allá de tu reflejo, ábrele para siempre, las puertas
del corazón".
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